EPISODIO 2: Jaquemate bien merecido
Declaración Pública
Grupo de Investigación en Teoría Política Contemporánea
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Ante el libelo escrito por el Consejero Presidencial José Obdulio Gaviria contra el profesor Oscar Mejía Quintana en su columna semanal del Diario El Colombiano1, publicada el domingo 30 de julio del presente año, los miembros del Grupo de Investigación en Teoría Política contemporánea de la Universidad Nacional de Colombia manifestamos nuestro rechazo a la acusaciones sin fundamento que contiene tal escrito y expresamos nuestra solidaridad con el profesor Mejía, integrante de nuestro grupo académico y profesor titular de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
Adicionalmente, manifestamos nuestra preocupación por el lenguaje utilizado por el señor José Obdulio Gaviria, el cual configura un señalamiento peligroso, basado en simples conjeturas personales, y un claro desconocimiento de las libertades constitucionales, en virtud de argumentos sin ningún soporte académico o empírico.
La acusación de “combinador” atribuida de manera gratuita -y por ende injuriosa- al profesor Mejía, pretende vincular al académico con la justificación del accionar de grupos armados al margen de la ley. De manera irresponsable, el señor Gaviria omite toda cita, referencia o evidencia que sustente esta afirmación. Por el contrario, el asesor presidencial ignora la copiosa bibliografía de profesor Mejía en temas relacionados con las teorías de la justicia, la democracia consensual, la desobediencia civil y el autoritarismo, la cual constituye una producción intelectual sólida, reconocida en ámbitos académicos nacionales e internacionales. Tal acusación no solo vulnera el buen nombre del profesor Mejía, sino que además pone en grave riesgo su integridad personal y la de su familia. Además, el señor Gaviria intenta relacionar de manera arbitraria una reflexión de tipo académico sobre la violencia, que es citada en forma difusa, sin ninguna referencia precisa, con la promoción de la lucha armada y el terrorismo.
Asimismo, la confusa alusión a la categoría teológica de pecado, resulta a todas luces problemática y nociva para la cultura política colombiana. La utilización del concepto pecado puede ser pertinente en ámbitos privados o canónicos, pero no aporta ningún elemento a la construcción de una sociedad secularizada. Por el contrario, su uso es un buen indicador de la postergación de cualquier tipo de modernidad que padecen vastos sectores de la sociedad colombiana, como consecuencia de la persistencia de un confesionalismo tradicionalista que en lugar de generar aperturas para la deliberación pública, clausura la posibilidad de discutir racionalmente. Curiosamente, dentro del pensamiento político moderno, de Kant a Foucault, ha prevalecido la crítica al poder pastoral, que en forma mesiánica promete la salvación y la victoria sobre el pecado, mediante el sacrificio de la autonomía y la libertad de pensamiento de los sujetos. Por el contrario, visiones amparadas en una Teología política encerrada en la pureza del enfrentamiento amigo/enemigo, han tenido un destino aterrador: el respaldo irrestricto al Nacional-socialismo y la glorificación de la soberanía por sobre la justicia constitucional, como lo testimonia la suerte de Carl Schmitt y de su filosofía.
También es necesario cuestionar el sentido que José Obdulio Gaviria le otorga a la frase de Hafner: “todo pecado empieza siendo de pensamiento”, por fuera del contexto en el que fue escrita. Nos preguntamos si el asesor presidencial pretende negar la libertad de pensamiento, o si considera que la libertad de cátedra debe amoldarse al canon sugerido por los gobiernos de turno, o si sugiere que los autores y las teorías estudiados en una universidad deban guiarse por las máximas periodísticas de una burocracia; en suma, resulta incongruente y desatinado defender el orden constitucional si al mismo tiempo se niega el valor de las libertades y los derechos fundamentales consagrados en la Carta Política. con pretensiones intelectuales. Para nosotros, los tiempos de la escolástica han concluido y las libertades constitucionales valen precisamente en la medida en que son, en palabras de Dworkin, cartas de triunfo de las minorías sobre las mayorías. Preocupa entonces que el pensamiento pretenda ser domesticado bajo los parámetros retratados por George Orwell en 1984 con su figura del Gran Hermano. Como bien lo ha señalado E.L Doctorow a propósito de Orwell: “Es esencialmente perverso insistir en defender los ideales de la democracia al tiempo que se niegan sus bondades a los demás.”2
“Todo pecado empieza siendo de pensamiento y todo error comienza siendo de lógica”, sentenciaba Sebastian Haffner en “Los siete pecados capitales del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial”. No dudamos en cuestionar la primera parte de la frase, pero es innegable que la sentencia es correcta cuando afirma que buena parte de los errores del pensamiento se ligan a errores lógico-formales y a apreciaciones equivocadas del contexto. Esto último es precisamente lo que le ocurre a José Obdulio Gaviria con la cita de Haffner, si analizamos con detenimiento su contenido. Para Haffner:
“Todo pecado empieza siendo de pensamiento y todo error comienza siendo de lógica. Eso mismo ocurrió en este caso. Antes de que se modificara la política alemana cambió la forma de pensar del país. Ya no existía esa sensación de Estado pleno. Había un sentimiento de insatisfacción, de carencia y, al mismo tiempo, se percibía una fuerza creciente. Las ideas de «cambio radical», de una «Weltpolitik» (política mundial) y de una «misión alemana» se apoderaron del país y generaron todo un clima de resurgimiento y estallido, expresado primero por medio de libros y artículos de periódico, lecciones magistrales, manifiestos y la fundación de diversas asociaciones y, más adelante, también a través de decisiones políticas y acciones diplomáticas. Aproximadamente a partir del
último lustro del Siglo XIX toda la orquesta alemana comenzó a tocar de pronto una nueva pieza musical”3.
Como podemos ver, el propósito de Haffner era mostrar el error en el que incurrieron los alemanes al imbuirse de las ideas del “Cambio Radical” y la “Misión alemana”, mentalidad que se constituyó en el pilar de la promoción de la guerra, y más tarde, de la ruina alemana, para posteriormente abrir las puertas al mal radical del Nazismo. En suma, el error lógico y de contextualización al que alude Haffner, es el error en el incurren los propagandistas oficiales de la guerra “por medio de libros y artículos de periódico”, es decir, los catalizadores de la ruina de las naciones y del permanente alejamiento de la paz y la democracia.
Adicionalmente, manifestamos nuestra preocupación por el lenguaje utilizado por el señor José Obdulio Gaviria, el cual configura un señalamiento peligroso, basado en simples conjeturas personales, y un claro desconocimiento de las libertades constitucionales, en virtud de argumentos sin ningún soporte académico o empírico.
La acusación de “combinador” atribuida de manera gratuita -y por ende injuriosa- al profesor Mejía, pretende vincular al académico con la justificación del accionar de grupos armados al margen de la ley. De manera irresponsable, el señor Gaviria omite toda cita, referencia o evidencia que sustente esta afirmación. Por el contrario, el asesor presidencial ignora la copiosa bibliografía de profesor Mejía en temas relacionados con las teorías de la justicia, la democracia consensual, la desobediencia civil y el autoritarismo, la cual constituye una producción intelectual sólida, reconocida en ámbitos académicos nacionales e internacionales. Tal acusación no solo vulnera el buen nombre del profesor Mejía, sino que además pone en grave riesgo su integridad personal y la de su familia. Además, el señor Gaviria intenta relacionar de manera arbitraria una reflexión de tipo académico sobre la violencia, que es citada en forma difusa, sin ninguna referencia precisa, con la promoción de la lucha armada y el terrorismo.
Asimismo, la confusa alusión a la categoría teológica de pecado, resulta a todas luces problemática y nociva para la cultura política colombiana. La utilización del concepto pecado puede ser pertinente en ámbitos privados o canónicos, pero no aporta ningún elemento a la construcción de una sociedad secularizada. Por el contrario, su uso es un buen indicador de la postergación de cualquier tipo de modernidad que padecen vastos sectores de la sociedad colombiana, como consecuencia de la persistencia de un confesionalismo tradicionalista que en lugar de generar aperturas para la deliberación pública, clausura la posibilidad de discutir racionalmente. Curiosamente, dentro del pensamiento político moderno, de Kant a Foucault, ha prevalecido la crítica al poder pastoral, que en forma mesiánica promete la salvación y la victoria sobre el pecado, mediante el sacrificio de la autonomía y la libertad de pensamiento de los sujetos. Por el contrario, visiones amparadas en una Teología política encerrada en la pureza del enfrentamiento amigo/enemigo, han tenido un destino aterrador: el respaldo irrestricto al Nacional-socialismo y la glorificación de la soberanía por sobre la justicia constitucional, como lo testimonia la suerte de Carl Schmitt y de su filosofía.
También es necesario cuestionar el sentido que José Obdulio Gaviria le otorga a la frase de Hafner: “todo pecado empieza siendo de pensamiento”, por fuera del contexto en el que fue escrita. Nos preguntamos si el asesor presidencial pretende negar la libertad de pensamiento, o si considera que la libertad de cátedra debe amoldarse al canon sugerido por los gobiernos de turno, o si sugiere que los autores y las teorías estudiados en una universidad deban guiarse por las máximas periodísticas de una burocracia; en suma, resulta incongruente y desatinado defender el orden constitucional si al mismo tiempo se niega el valor de las libertades y los derechos fundamentales consagrados en la Carta Política. con pretensiones intelectuales. Para nosotros, los tiempos de la escolástica han concluido y las libertades constitucionales valen precisamente en la medida en que son, en palabras de Dworkin, cartas de triunfo de las minorías sobre las mayorías. Preocupa entonces que el pensamiento pretenda ser domesticado bajo los parámetros retratados por George Orwell en 1984 con su figura del Gran Hermano. Como bien lo ha señalado E.L Doctorow a propósito de Orwell: “Es esencialmente perverso insistir en defender los ideales de la democracia al tiempo que se niegan sus bondades a los demás.”2
“Todo pecado empieza siendo de pensamiento y todo error comienza siendo de lógica”, sentenciaba Sebastian Haffner en “Los siete pecados capitales del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial”. No dudamos en cuestionar la primera parte de la frase, pero es innegable que la sentencia es correcta cuando afirma que buena parte de los errores del pensamiento se ligan a errores lógico-formales y a apreciaciones equivocadas del contexto. Esto último es precisamente lo que le ocurre a José Obdulio Gaviria con la cita de Haffner, si analizamos con detenimiento su contenido. Para Haffner:
“Todo pecado empieza siendo de pensamiento y todo error comienza siendo de lógica. Eso mismo ocurrió en este caso. Antes de que se modificara la política alemana cambió la forma de pensar del país. Ya no existía esa sensación de Estado pleno. Había un sentimiento de insatisfacción, de carencia y, al mismo tiempo, se percibía una fuerza creciente. Las ideas de «cambio radical», de una «Weltpolitik» (política mundial) y de una «misión alemana» se apoderaron del país y generaron todo un clima de resurgimiento y estallido, expresado primero por medio de libros y artículos de periódico, lecciones magistrales, manifiestos y la fundación de diversas asociaciones y, más adelante, también a través de decisiones políticas y acciones diplomáticas. Aproximadamente a partir del
último lustro del Siglo XIX toda la orquesta alemana comenzó a tocar de pronto una nueva pieza musical”3.
Como podemos ver, el propósito de Haffner era mostrar el error en el que incurrieron los alemanes al imbuirse de las ideas del “Cambio Radical” y la “Misión alemana”, mentalidad que se constituyó en el pilar de la promoción de la guerra, y más tarde, de la ruina alemana, para posteriormente abrir las puertas al mal radical del Nazismo. En suma, el error lógico y de contextualización al que alude Haffner, es el error en el incurren los propagandistas oficiales de la guerra “por medio de libros y artículos de periódico”, es decir, los catalizadores de la ruina de las naciones y del permanente alejamiento de la paz y la democracia.
Bogotá, agosto de 2007
Grupo de investigación en teoría política contemporánea:
Adriana Leaño
Alejandro Mantilla
Alfredo Gómez Muller
Christian Ángel
Diego Mauricio Hernández
Edgar Novoa
Edwin Cruz
Gabriel Moreno
Jenny Carolina Cortes Rodríguez
1 Gaviria José Obdulio, Todo pecado empieza siendo de pensamiento.
2 Doctorow, E.L. 1984 de Orwell, en Poetas y presidentes, Barcelona, Muchnik, 1993, p 97.
3 Tomado de El País versión digital, 3 de mayo de 2006, disponible en: http://www.elpais.com/articulo/cultura/pecados/capitales/Imperio/Aleman/Primera/Guerra/Mundial/elpporcul/20060503elpepucul_3/Tes. La versión integral del libro: HAFFNER, Sebastián, Los siete pecados capitales. Del imperio alemán a la primera guerra mundial. Madrid, Destino 2006.,
1 comentario:
Muchachos, a propósito, hoy 28 de agosto en hoy x hoy de Caracol el infotainer puso a "conversar" a José Obstrulio y al profesor Mejia, luego de defender cada uno su posición, Gustavo Gómez les propuso que si hacían un "cara a cara" en la UN y Gaviria dijo que allá era imposible debatir y citó como ejemplo la silbatina de 1 hora que le aplicaron al ministro de agricultura. Después de darle vueltas al auditorio Gaviria propuso la casa de Nariño, y ahi llegaron a una especie de acuerdo.
Al parecer queda por definir dia y hora. Ojalá se produzca el debate y haya riesgo de dialogo, porque lo normal en estas sesiones es que cada uno siga pensando y diciendo lo que piensa y dice, pero haya poca construcción conjunta.
Publicar un comentario